martes, 29 de agosto de 2017

Bajo los montes de Kolima, de Lionel Davidson

                Publicada en 1994, con 544 páginas, es tal vez la mejor novela del británico Lionel Davidson.
                Es un thriller, pero también es una novela de aventuras. Y, sobre todo, es una novela de espionaje. Veamos cómo está construida:
                El protagonista principal es un personaje poco habitual. Un indio americano nativo que es científico, profesor de universidad, políglota, deportista... sus atributos y destrezas se irán conociendo conforme se avanza en la narración. Se puede resumir diciendo que, observando su currículum, es un superhombre. Un personaje que podría parecer poco creíble a priori, pero ahí es donde surge la grandeza del autor: no lo parece en absoluto. La exposición realista de las situaciones y problemas, mezclado con una también realista y concienzuda solución, hacen que la novela no decaiga en la fantasía ni lo increíble.
                El resto de personajes forman parte tanto de la trama principal como de las secundarias. Pese a que algunos de ellos podrían ser prescindibles, están construidos a conciencia, y aportan esos detalles de calidad que ayudan a dibujar el decorado donde tiene lugar la historia.
                La trama es simple: una infiltración en unas instalaciones súper-secretas para conseguir información. La complejísima forma en que se lleva a cabo dicha acción es el núcleo fundamental de esta novela.
                El ambiente es, desde mi punto de vista, el aspecto más destacado de esta obra. La mayor parte de la historia tiene lugar en Siberia, y tanto esa localización como las demás que aparecen, están perfiladas con un lujo de detalles que logran sumergir al lector en dicho ambiente de forma excepcional. Es por ello que el estilo del autor, pese a que pueda parecer que hace uso excesivo de detalles irrelevantes, no es superfluo, sino que está calibrado perfectamente para crear ese ambiente realista sin que decaiga el ritmo y la acción de la historia.
                Sin embargo, tengo que reconocer que el principio me resultó duro. La historia, pese a tener detalles interesantes, no lograba captar del todo mi atención. Había momentos en que confundía a los personajes, o no sabía exactamente si se estaba hablando del presente o del pasado. Pero una vez mostrado el tablero inicial del juego, cuando empieza la verdadera acción, entonces mi atención ha estado totalmente enfocada hasta que acabó la novela.

                No me considero un experto en novelas de espionaje, pero reconozco que ésta ha sentado un buen precedente. Me ha encantado la exposición y descripción de un lugar tan remoto como Siberia (con especial atención a la forma de vida de esa zona y cómo llega el personaje allí). Me reitero en que, aunque el comienzo de la historia pueda resultar confuso, una vez superada esa etapa, la historia me ha resultado tremendamente adictiva.

viernes, 4 de agosto de 2017

Patria, de Fernando Aramburu

                Patria es una novela del donostiarra Fernando Aramburu. Fue publicada en 2016, tiene 648 páginas y ha sido galardonada con varios premios literarios.
                Es una novela ambientada en el País Vasco, exactamente en una pequeña población cercana a San Sebastián, y en una franja temporal que comprende aproximadamente los 30 años anteriores al anuncio de ETA de su abandono de la lucha armada en 2011. No es una novela histórica, pero aparecen datos documentales de hechos concretos que se funden con el ambiente creado por el autor para ilustrar una historia que bien podría ser un ejemplo concreto de lo que se vivía por entonces.
                Los protagonistas son dos familias, vecinas de esa pequeña localidad. El narrador en tercera persona va siguiendo a cada uno de sus miembros, incluso pasando a primera persona en determinados momentos, y narra lo que hacen, piensan y dicen cada uno de ellos. Dos familias con diferentes ideologías políticas, que a lo largo del tiempo irán diferenciándose y evolucionando en función de las situaciones que les ha tocado vivir.
                Entiendo que la situación que el autor intenta recrear es la vida en esos años turbulentos, cuando ETA era una amenaza permanente, cuando los atentados eran, tristemente, algo cotidiano. Con la variedad de personajes que usa, enfoca el asunto desde muy distintas perspectivas, aunque al final, todos esos enfoques convergen en dos: o a favor, o en contra de la violencia. Tal vez, y digo sólo tal vez, el autor intenta infiltrar un mensaje que está demasiado acorde (sospechosamente) con el mensaje que impera hoy día en los medios de comunicación, es decir, como una forma final de decir: “esto hay que afrontarlo así”. Lo cual me resulta extraño, ya que toda la historia brilla por la imparcialidad con que se presentan los hechos y, sin embargo, al final queda como una especie de moraleja, un maniqueísmo oculto, algo que me impide decir que el mensaje sea redondo. Algo que chirría.
                Los personajes, moldeados por sus vivencias, están bastante bien construidos. Nos hacen ver el modelo de familia, la relación entre ellos, cómo afrontan su vida. También nos muestran parte de los valores y forma de vida del pueblo vasco (no sé si hasta el punto de llegar al estereotipo), pero, en fin, cumplen con su función en la obra de manera excelente.
                El estilo me ha gustado. Narrador neutro, que, siguiendo a los personajes e incluso entrando en sus pensamientos, usa expresiones y datos de la vida diaria que añade ese toque al ambiente que lo convierte en familiar y nos hace empatizar con los personajes, sintiendo su humanidad. Echo en falta, tal vez, que los objetivos de los personajes no varíen tanto como se supone que puede variar una vida a lo largo de 30 años, pero tampoco es un defecto destacable.

                En resumen, me ha gustado. Es amena de leer, y muestra unas situaciones muy duras en algunos momentos. Es ahí donde el autor deja ver su maestría logrando crear esa tensión que se siente, aunque no se diga explícitamente. No es una historia alegre, eso no. Pero creo que merece mucho la pena. Creo que, para cualquiera como yo, que sólo podía imaginar la situación en el País Vasco durante esos años a través de lo que veía en los telediarios, es un acercamiento a la realidad algo más cercano. No perfecto al cien por cien, pero bastante logrado. Además, se me ha hecho una lectura corta y para nada pesada, y eso para mí es más que suficiente.