martes, 10 de diciembre de 2013

Crónicas marcianas, de Ray Bradbury

                Hace algunas décadas, el género de fantasía y ciencia-ficción tenía como forma de difusión masiva la forma de historias cortas dentro de algunas revistas. Crónicas Marcianas, publicada como novela en 1950, es una recopilación de varias historias independientes que, aun dentro de esa independencia, siguen un hilo argumental común.
                Los relatos tratan sobre la colonización de Marte, la cual tendría lugar desde la primera expedición en 1999 hasta 2026. Están ordenados cronológicamente, y cada relato tiene sus propios personajes y su propio tema. Sin embargo, la grandeza de Ray Bradbury con esta obra, queda patente al leer toda la novela y ver que, pese a ser historias independientes por sí mismas, juntas forman un todo que es superior a la suma de las partes. ¿Cómo sucede eso? En este caso, dejando pequeños detalles que, aunque encajan dentro de cada historia, dejan un residuo que apoya y enriquece las demás historias, pese a no tener mucho que ver con ellas.
                El estilo no me lo esperaba, al saber que era una obra de ciencia-ficción. La prosa es poética, las descripciones son bellas, y no es que se use puntualmente este recurso, sino que está presente de principio a fin. También es destacable el tono humorístico que a veces usa el autor, incluso para referirse a situaciones trágicas, que las hay en abundancia, por cierto.
                Cada historia trata un tema o varios, y los hay tan variopintos como: la sociedad americana en los años 50, el racismo, el respeto a las culturas foráneas, el patriotismo, la supervivencia, el sinsentido de la guerra (especial referencia a los comienzos de la Guerra Fría y sus posibles consecuencias), etc.
                Tengo que hacer un inciso porque hay un capítulo en especial que me pareció soberbio y que recomiendo leer a cualquiera, aunque no tenga intención de leer la obra entera: Usher II. Me pareció una obra maestra por varias razones: porque pone en escena una idea que desarrollaría varios años más tarde en otra de sus mejores obras, Fahrenheit 451. De hecho, es como si este capítulo fuera un epílogo de esa novela. Por otra parte, hace un repaso de la Literatura en general, defendiéndola contra su principal amenaza: la censura. Y lo hace, como ya he dicho, de un modo poético, humorístico… y trágico. Soberbio.
                No quiero decir con esto que ese capítulo destaque del resto, sino sólo que personalmente lo disfruté bastante. Pero igual pasó con el resto de las historias. El ambiente creado por el autor tiene una atmósfera propia, un lenguaje propio, una cultura propia.
                Todas las historias, como ya he dicho, van encajando hasta formar un puzle que dejará en la cabeza del lector no pocos dilemas morales respecto a la colonización y las formas de llevarla a cabo.
                Sinceramente, ésta es una de las novelas que lamento no haber leído antes.